Ser padres de adolescentes: retos y oportunidades

Ser padres de adolescentes: retos y oportunidades

La llegada de un hijo genera una revolución especialmente en los padres primerizos. Los años de crianza comprometen la vida de los padres ya que hay una dedicación al 200%. Todo orbita en torno al pequeño, sus necesidades, sus horarios, sus rutinas… los padres se dedican en cuerpo y alma a todo lo que implica sacar a ese ser adelante. Los primeros años son los más intensos, los que suponen una mayor renuncia o al menos una subordinación de necesidades a las del pequeño. El tiempo va pasando, el menor va siendo cada vez más autónomo y en un momento dado, antes de lo que parece está en el umbral de la adolescencia. Ese umbral es un terremoto de cambios físicos que se llama pubertad. Al principio es todo bastante confuso, el menor no entiende nada de lo que le está pasando. Casi de la noche a la mañana se encuentra en un cuerpo distinto, con sensaciones, emociones y pensamientos distintos, y una mirada al mundo y a sí mismo nueva. Durante un tiempo habita en el territorio de la infancia al mismo tiempo que va conquistando poco a poco el territorio adolescente, al principio “con un pie” en cada uno, ambivalente, confuso… hasta ser ciudadano de pleno derecho de su propia adolescencia.   

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Y cuando todo esto sucede los padres experimentan un duelo por el niño que devino en adolescente, sin darse cuenta que ahora habita en él y que además ha posibilitado su emergencia. Muchos padres se preguntan “¿dónde está mi niño?”. Hay poca conciencia de que esta pérdida genera dolor y este dolor en ocasiones es lo que hay detrás del conflicto con el adolescente del que tanto se habla y se escribe, dejando en la sombra este duelo profundo, ni nombrado ni atendido y que se convierte con frecuencia en un reproche sostenido al adolescente, por serlo, por crecer.  

La adolescencia como etapa del ciclo vital se ha estudiado desde muchas disciplinas, la psicología, la sociología, la pedagogía… Está muy bien definida la etapa y perfectamente descritas las características que le son propias. Se sabe bien que entre otras cosas es un momento de autoafirmación, de rebeldía, de búsqueda de identidad, de despertar sexual, de experimentación etc. Son unos años intensos donde pasan muchas cosas, hay abundante literatura al respecto y gran parte de estos materiales enfocan en la dificultad de esta etapa, en el conflicto que conlleva, en lo “tormentoso” de lidiar con ella. Y en parte es cierto, la adolescencia es una etapa compleja, lo es. Sin embargo, imputarle toda la dificultad, o lo que es más grave, hacerlo con el sujeto que la experimenta, es obviar otra parte fundamental si realmente queremos entender por qué es una etapa del ciclo vital compleja y por qué con tanta frecuencia se vive como difícil. Para entenderlo de forma comprehensiva tenemos que enfocar también en los padres. Es frecuente que cuando los hijos alcanzan la adolescencia los padres se encuentren en la cincuentena, años arriba o abajo, se encuentran normalmente en la “mitad de la vida”. Por tanto, la eclosión adolescente donde la vida se expresa a borbotones y todo es potencialidad en estado puro confluye con la madurez de los padres. En esa mitad de la vida se hace una revisión de lo que fue la hoja de ruta, hacemos balance: estoy donde soñaba estar, me gusta mi vida y en quién me he convertido… de forma más o menos consciente son planteamientos que en muchos casos acompañan al adulto en su madurez. El adolescente hace de espejo, un espejo a veces insultante en su horizonte infinito 

En resumen, tenemos una etapa vital compleja cuya llegada puede generar en los padres un duelo y además sucede cuando estos están en la mitad de su vida. Ante todo esto confluyendo en el tiempo, abrir el zoom, tener una visión amplia, mirarse dentro y luego mirar al adolescente, reconocer lo propio y sostener lo ajeno, tomar conciencia del momento vital y de las emociones que nos acompañan revertirá en amortiguar la dificultad y en un acompañamiento amoroso y comprensivo, y a la vez firme del adolescente.  

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